El almendro florece en Cases de Son Barbassa y de repente, se convierte en protagonista del paisaje.

La explotación agrícola es condición sine qua non de cualquier agroturismo. Es por eso que en Cases de Son Barbassa ésta se convierte en parte inherente, fundamental y característica del hotel. Además, para nosotros es esencial elaborar nuestros propios productos km0. Uno de ellos es la almendra, un fruto rico en proteína, antioxidantes y que proporciona energía de la mejor calidad. 

La etapa que va desde finales de enero hasta mediados de marzo se considera la época de floración del almendro. Y así es, eso queda patente simplemente dando un paseo por los campos de Son Barbassa, en los que ahora podemos admirar las flores del almendro, que van desde el blanco hasta los tonos rosados, y que hace pocas semanas que forman parte del paisaje y se han convertido en protagonistas. 

Son aproximadamente 300 los almendros que se pueden encontrar en Cases de Son Barbassa, unos muy jóvenes y otros antiguos -algunos anteriores incluso a la construcción del hotel-. Mientras que los más viejos y hermosos se pueden encontrar repartidos aleatoriamente por diferentes partes del entorno, hay una zona exclusiva en la que están agrupados los más jóvenes, plantados hace aproximadamente 5 años. El almendro, su flor y su fruto, se convierten no sólo en parte esencial de la explotación agrícola y de la gastronomía que se lleva a cabo en Cases de Son Barbassa, sino también en parte esencial del paisaje natural inolvidable. 

No es hasta septiembre, siete meses más tarde, cuando se lleva a cabo la recolecta de la almendra. El proceso va desde la floración hasta la aparición del fruto, pasando por la hoja verde y el almendruco. Un proceso vital que da lugar a un fruto que en Son Barbassa se convierte en emblema de la casa. Además, cabe destacar que España es el segundo país productor del mundo. 

Después de la recogida del fruto y de un cribado en el que se seleccionan las mejores almendras, la mitad se destina a la venta y la otra mitad al uso de la propia finca. Así se consigue una relación de sinergia entre el hotel y su propio entorno. Algo verdaderamente especial. 

Como no podía ser de otra manera, las almendras se convierten en protagonistas en varias de las propuestas gastronómicas de nuestra carta. Especialmente en la sección de postres. El pastel de gató de almendra, que se sirve por la mañana durante el desayuno o como postre acompañado de una bola de helado. El granizado de almendra, que se puede tomar como postre en nuestro restaurante, pero también como snack a cualquier hora del día. Y finalmente, el crocanti o cucurucho, que sirve de acompañamiento al helado de “higochumbo”. La almendra aporta, en este caso, un toque especial “Son Barbassa” a nuestros platos.    También se utiliza en ocasiones para salsas saladas, como la que acompaña al calamar. Y sin duda, las almendras tostadas son el mejor aliado de las propuestas de nuestro bar, que como nos gusta decir, tienen “sabor balear”: una copa de vino mallorquín de alguna de las mejores bodegas de la isla o un cocktail clásico, entre otras cosas. 

Es importante resaltar también algunos de los usos alternativos que se le da a la cáscara de la almendra: sirve como adobo, pienso, o para el jardín. Es así como unos elementos se retroalimentan de los otros: se establece una especie de poesía entre las diferentes partes que conforman este paraíso inolvidable que es Cases de Son Barbassa.